jueves, 10 de octubre de 2013

Plaiaundi visto desde Irlanda:"Haven and earth in the Basque Country"

Un diario irlandés ha publicado un artículo sobre nuestro querido humedal con el siguiente titular:

Haven and earth in the Basque Country

Refugio y guarida en el País Vasco


El reportero, Paddy Woodworth, nos visitó el 19 de septiembre, día en el que pudo disfrutar de la observación de una gran variedad de aves, incluída nuestra especie más emblemática, la Espátula.


Aquí os dejo el enlace a su artículo en inglés y, más abajo, también os dejo la traducción al castellano:

http://www.irishtimes.com/news/environment/haven-and-earth-in-the-basque-country-1.1534578?page=1

Muchas gracias Xabi por facilitarme el enlace.

Aquí va la traducción del artículo al castellano:



Refugio y guarida en el País Vasco

Miles de ánades, zancudas y currucas, también espátulas, descienden a las marismas de Plaiaundi, en la bocana del Bidasoa, área vital de reposo en su odisea anual hacia África.


Hace un día de mil demonios en Plaiaundi, reserva natural al sur del río Bidasoa, donde se adentra el mar entre el País Vasco español y francés. La reserva es sólo un puñado de lagunas  al borde de las marismas, casi apachurrada entre un pequeño aeropuerto, una carretera y unas enormes y medio abandonadas instalaciones ferroviarias del industrial Irún.

Los vascos tienen un nombre onomatopéyico precioso, sirimiri, para la desagradable llovizna que te empapa casi antes de que te des cuenta de que está lloviendo. Pero el mal tiempo son buenas noticias para los observadores de aves. Plaiaundi está ubicado en el recodo del golfo de Vizcaya, bajo las primeras estribaciones de los Pirineos. La totalidad del valle del estuario que cruza la frontera es conocido como Txingudi, y se asienta justo en el centro de una de las grandes autopistas para aves migratorias.

Decenas de miles de ánades, zancudas y currucas, también espátulas, descienden al verde y húmedo refugio de Plaiaundi, área vital de reposo y repostaje en su odisea anual desde el norte de Europa hacia África.

Cuando hace buen tiempo, algunas especies pasan de largo. Pero si las nubes oscurecen el panorama de los Pirineos, las aves descienden a Plaiaundi y esperan a que esté totalmente despejado. Estamos buscando una de esas especies de aves en particular, pero aún no la hemos encontrado.

No obstante, estamos encontrando un montón de aves. La primera laguna está llena de aves acuáticas: ánades azulones, ánades frisos, zampullines chicos, fochas y gallinetas. Garcetas comunes se agazapan, como espectros en la bruma, en ramas secas sobre el agua.

Sorprendentemente, en el campo de rugby que hay en la reserva hay más aves que en la laguna. Docenas de chorlitejos grandes corren a toda velocidad entre grandes bandadas de gaviotas. Una agachadiza común, un ave que raramente he visto al descubierto en Irlanda, sondea la tierra blanda cerca de los postes de la portería 50m más allá. Su pico es tan largo en proporción a su cuerpo que parece como si fuera a tropezarse a cada paso. Pero no lo hace.

Otra ave zancuda, el combatiente, cuyo plumaje de verano puede ser tan extravagante y variado como el de un dandi isabelino, aparece en el centro del campo. Pero ahora lleva ropa de viaje de sosos colores beige y marrón.

El observatorio que visitamos en la siguiente laguna está totalmente vacío. El siguiente es un poco mejor. Pero en el tercer observatorio, ya en otra laguna, la escena está repleta y concurrida. Un montón de garzas reales y archibebes comunes a la derecha, y una joven garza imperial (acertadamente denominada “imperial” en español) posada en un árbol. A nuestra izquierda hay tantas aves de la especie que hemos estado buscando que, por un momento, pienso que debe tratarse garcetas. Sesenta o 70 grandes aves blancas están de pie tranquilas, como fantasmas bajo una tenue luz. Poco a poco caí en la cuenta de que eran espátulas, detenidas en su trayecto por el mal tiempo, tal y como lo habíamos esperado.

Su nombre es adecuado. Si estuvieran comiendo, estarían moviendo sus picos en forma de espátula rápidamente de lado a lado justo bajo el agua, tamizando comida del limo. Pero están simplemente descansando.

Con los prismáticos, el sorprendente contorno amarillo de su negruzca “cuchara” es claramente visible. Y también, muchas de ellas tienen gruesas bandas amarillas en sus patas. No son rasgos naturales; son etiquetas de identificación marcadas con grandes letras. Los ornitólogos anillaron las aves cuando eran pollitos, probablemente en Holanda, para que hoy podamos entender mejor sus viajes intercontinentales.